martes, 30 de noviembre de 2010

Noche de Verano


Este relato nació en mi mente, en una noche de verano que aun quiero olvidar.

Un joven cruzo la calle, mirando a ambos lados asustado, eran las 12.00 en punto de la noche y no había ni un alma por las calles del centro de su ciudad. Extraño es un término que se queda corto ante esta situación, más de cien mil personas han desaparecido en un desmayo de unos pocos minutos, "Estaré soñando"-pensó nuestro protagonista-. Imposible que fuese un sueño, era demasiado real, notaba el suave viento de la calle en su cara.
Lo último que recordaba era haberse sentado en la barra del bar, pidió una cerveza y justo cuando fue a agarrarla, despertó media hora más tarde en la misma barra, pero sin gente. Lo que nuestro joven amigo no sabía era que tras este extraño suceso había fuerzas sobrenaturales que jamás lograría comprender.

Tras caminar durante largo rato, encontró un rastro de sangre, estaba seguro de ello, estudiaba medicina y era capaz de reconocer que ese rastro de sangre lo había dejado alguien... con heridas muy graves y que fue llevado contra su voluntad, arrastrado, posiblemente ya estaba muerto cuando se lo llevaron a rastras hasta aquel oscuro callejón que ahora tenía frente a él.
Se acerco lentamente hacia las tinieblas de aquel callejón. Una macabra risa, como de un niño pequeño al fondo de una cueva sonó detrás de él, se giro. Delante de el había un pequeño ser, del tamaño de un niño de 7 u 8 años, parecía un espantapájaros, vestía ropas viejas y rotas, un vaquero y una camiseta hecha como de hojas caídas en otoño y una capa negra, que a pesar de no haber mucho viento se movía como si soplase un vendaval, tenía una extraña flauta, una flauta que hizo sonar entonando una melodía lúgubre y atronadora, una melodía macabra.

El chico noto un fuerte dolor en la espalda y el estomago, se miro a la barriga y vio una especie de tentáculo con una flecha en la punta de este atravesándolo de parte a parte. La flecha se abrió como si fuese un paraguas, y el tentáculo lo arrastro hacia las sombras del callejón.

Y así fue como un extraño ser y su flauta demoniaca acabaron con una ciudad de miles de personas. Suerte que todo eso paso en mi mente... y cuando desperté en aquel bar fueron por las copas de más que bebí y no debí haber bebido.