miércoles, 1 de diciembre de 2010

Fire Tales

Vivo en el lugar más cercano al infierno, en la ciudad que nunca duerme, donde los ascensores suben tan alto como tu ego.
Como en cualquier ciudad infestada de humanidad, aqui reina la corrupción, el odio, el miedo y los engaños. El gobierno dice estar al mando, pero en las calles son las mafias las que mandan, es el dinero lo que corrompe tantos corazones y las drogas y el alcohol nos alejan de la cruda realidad.

En pleno mes de Diciembre, tan cercano a las fiestas comerciales anuales, las Navidades. Que para los que no tenemos familia no es más que un día a solas, como tantos otros, comiendo de latas de conservas. En la calle el frío aire congela los pulmones a cada bocanada de oxígeno que mecanicamente aspiramos, pero no me arrepiento de respirar. Incluso en un gigantesco vertedero de crueldad y odio como lo es esta ciudad, hay resquicios de amor por las esquinas, yo mismo os puedo contar una historia que me ocurrio hace bien poco.

Contaba yo los pasos que quedaban para llegar a mi humilde piso al salir del trabajo, un curro de mierda como tantos otros que he tenido. Caminaba yo por la acera cuando vi como un tipo enorme agarraba de la muñeca a una mujer, sin dejarla escapar. Me imagine a mi mismo noqueando a aquel gigante y salvando a aquella dulce jovencita, pero una vez más el miedo es mayor que el valor, la moral y la decencia, asi que segui de largo sin hacer nada, sin tan siquiera mirar a aquella chica.
Más adelante me encontre a otra chica, muy hermosa la verdad, cargando con pesadas bolsas del coche al interior de una tienda, una libreria, me acerque a ella y le dije si necesitaba ayuda.

Es raro encontrar a alguien que te ayude, de modo que aquella chica acepto, una cosa llevo a otra y quedamos para tomar un café. Con el tiempo, las citas, las risas, los cafés y en contadas ocasiones las copas, acabamos siendo algo mas que amigos. Y gracias a este incidente encontre a una chica genial con la que mantube una relacion de casi 5 meses, lo pienso y creo acertar al decir que si me hubiese parado a ayudar a la otra jovencita, no solo me hubiese ganado una buena paliza por parte de aquel mastodonte, si no que no hubiese conocido a aquella chica.
A fin de cuentas... no me siento mal por ello, no soy un principe, ni esto un cuento de hadas, soy un tipo normal y esto es un Fire Tale.