martes, 22 de marzo de 2016

Oda a su cuerpo

En la lujuria de un beso robado, sentados en un banco de un parque abandonado, alumbrados por la tenue luz de una farola que parpadeaba, me enamoré.
Me enamoré en un segundo para el resto de mi vida, escuché mi corazón latir de nuevo y a un ritmo distinto y cambiante, como sincronizándose con el suyo.

Me resbalé por su mejilla y colgándome de la comisura de sus labios quise dormir para siempre acunado en su sonrisa. Me asusta cada tic-tac del minutero, que me resta segundos a su lado.
Caricias interrumpidas, besos a medias, palabras entrecortadas... todo completado con su mirada.
Una mirada vacía en unos ojos llenos de sentimientos.
Le arranque las alas a cada hada que revoloteaba por su jardín, esnifé el polvo para volar hasta su ventana y me quede agarrado con una mano del piercing de su labio.

Recorrí cada uno de sus lunares disfrazado de astronauta en uno de mis viajes astrales deslizando mi lengua desde su cuello hasta la linea de su escote. Me resbale entre sus pechos y, cayendo por su barriga hasta su ombligo, acabé colgándome de la goma de sus bragas.
Desde entonces le digo con una sonrisa de oreja a oreja:



                         "Cariño, me pasaría la noche entre tus piernas"






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