jueves, 17 de diciembre de 2015

Al borde.

Mis piernas se balancean alegremente al borde de abismo. Estoy sentado en la cornisa del décimo piso de un edificio, mientras a mis pies se mueve la ciudad y noto como esta late, en cada semáforo en verde siento como se impulsa la vida encerrada en ataúdes de metal a lo largo de venas de asfalto.


Soy feliz, la botella y las pastillas son mis únicos amigos. Tomo una y otro trago, sonrío porque casi me siento flotar.

Papá no está, papá se fue. Mama esta sentada frente al televisor babeando sin enterarse de quien ganó Eurovisión. 

No me importa nada, nada dejo atrás. Lo que mi vida fuere o pueda ser ahora dará igual.

Me incorporo medio riendo, medio llorando. Miro al vacío, solo a unos cientos de metros está el frío y duro suelo que espero abrazar.
Solo un paso me separa del eterno sueño que anhelo.

No me atrevo, casi tengo miedo, prefiero no mirar. Solo me dejo llevar, siento que soy un pájaro que puede volar. Sonrío y salto.

Abro los ojos, el suelo esta cada vez más cerca. ¿Y mi momento a cámara lenta? ¿Y mi vida pasando como una película? Era todo mentira. No me sorprende y me da igual. ¿Qué mas da?
Para mi ya se ha acabado el mundo.

Beso el suelo a veinticinco metros por segundo.


No hay comentarios:

Publicar un comentario