miércoles, 4 de marzo de 2015

La Dama de Noche

Cada noche sueño con ella. Debe ser una especie de ángel, ya que su hermosura es casi indescriptible, aun así intentaré acercarme a una ínfima parte de su belleza.
Cada vez que sueño con ella lo primero que veo son sus sensuales ojos, grandes, penetrantes y de un extraño color purpura. Sus labios carnosos de color rojo sangre destacan sobre su pálida piel, y del mismo rojo son sus largas y afiladas uñas, con las que deseo que me desgarre el alma. Sus orejas puntiagudas y sus colmillos superiores, ligeramente más largos de lo normal, le dan un aire misterioso y exótico.
Ella porta una larga melena roja, como sus labios y sus uñas, que le cubre hasta la curva de sus caderas. Entonces es cuanto reparó en un par de alas negras que brotan de su espalda, a la altura del musculo trapecio de su espalda. Puede desconcertar, pero en ese momento no me parecían extrañas ni me producían ningún tipo de repulsión.
Es más, prácticamente no me fijaba en sus alas, ya que mi mirada se posaba en cada seductora parte de su cuerpo. En sus largas piernas, en su firme y redondeado trasero, en la exagerada curva de su cadera, en sus exuberantes pechos, en sus delicadas manos, en sus seductores pies y en su abdomen firme y delgado.
En cada sueño ella se acerca un poco más a mí, que estoy postrado en la cama, desnudo, sin poder moverme. Cada noche estamos más cerca del culmen sexual. Cada noche siento más miedo y más ansía por tenerla pegada a mí.

Anoche soñé con ella, jamás estuvimos tan cerca, ella estaba sobre mí agitando su melena como si una infinita brisa la sacudiera, me miró y me sonrió. En el momento más excitante, en el clímax de la situación, cuando estábamos a punto de unirnos (en el sentido más amplio de la palabra) desperté.
Cada vez que despierto estoy más cansado, me noto cada vez con menos fuerza, como si cada despertar me restase diez años de vida… Nunca había estado tan cansado como cuando desperté esta mañana, casi no podía respirar.
Esta noche soñaré con ella, con la dama de noche. Ángel o súcubo, ¿Qué más da?
Esta noche soñaré con ella y no despertaré, nunca más.

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